Si ella padece de depresión endógena me temo que estás delante de uno de los casos más difíciles para llevar en el terreno afectivo.
El abandono de un ser querido nos hiere, pero hay una esperanza que nos mantiene a flote: Podemos recuperarnos porque nosotros somos lo más importante en la vida y no necesitamos de alguien para ser felices.
A este razonamiento le asiste una verdad absoluta: Quien nos hiere no merece nuestro afecto.
Pero con una persona depresiva este aforismo no aplica...
Una persona depresiva hiere a los seres queridos sin desearlo, quizá no esté exenta de maldad, pero detrás de sus actos no hay un razonamiento o un sentir uniforme, es sobre todo un impulso, una ausencia de empatía que deviene de una condición médica, una falta de sustancias de la cual ella es tan responsable como un diabético lo es de su incapacidad para procesar la glucosa...
La persona depresiva vive un sentimiento irracional de vacío, de miedo, de dolor, de desaliento, aunque lo único que la gente vea es su irritabilidad.
Y es ahí donde la importancia por nosotros mismos se quiebra, donde queremos rescatar a la depresiva de la influencia malsana de una enfermedad que incapacita las emociones.
Lo más terrible es que aunque la familia reconozca que esa persona parezca salida de la película The Body Snatchers "Los invasores de cuerpos". Casi nadie es capaz de actuar de forma asertiva y procurar su tratamiento. Y eso como en "El Exorcista" deja al poseso solo, únicamente en compañía de quienes más le aman...
Y utilizo estos símiles con las películas mencionadas porque en realidad la personalidad de esa persona a quien se ha amado suele desaparecer, y encontrarse paulatina pero consistentemente frente a una persona desconocida, que poco o nada tiene que ver con aquella de quien nos hemos enamorado...
No puedo decirte que hacer o no hacer, sólo tú puedes decidirlo, pero si te auguro lágrimas y frustraciones antes que la recuperación del paciente, lo cual nunca se sabe si llegará...
Mi solidaridad y reconocimiento por atreverte a estar, antes que recular y marcharte con tus emociones heridas pero a salvo. Lo cual tampoco se te podría criticar.