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Usuario Novato
Registrado el: 15-February-2009
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Una vez más la constancia de que las mejores historias de amor son posibles, humildemente dejo una continuación de un larga anécdota, que terceras y curtas continuaciones tiene, pero que ahora no corresponde escribirlas. Gracias a ése(a) que se tomó la molestia de leer alguna de las partes...
Y yo la fui a esperar a la terminal con su tía-abuela(a la cual conocía y me llevaba a la perfección desde hacía años). Era de noche y ahí la vi, comenzando lo que sería nuestro segundo encuentro, tenía un look diferente, mas yo también. Lo primero que hicimos fue comentar al respecto, nos sentíamos un poco extraños, pero nada que una larga charla por el camino no solucionara. Me es casi imposible acordarme de casi todo, y desgraciadamente no recuerdo si aquella noche nos besamos.
Durante el corto período de fin de año salimos poquísimo, lo recuerdo bien, pues yo no tenía muchas ganas de enfrentar la calle en fin de año por como se pone, mientras tanto se hacían los preparativos para la fiesta del 31 de diciembre que sería en mi casa, oh cielos!! que 31 ese. No recuerdo bien el orden de los hechos, pero el tiempo lo compartimos en algunos paseos donde nos sentábamos al muro del malecón, en el punto de encuentro dentro del apartamento y fuera en la ventana, donde pasábamos los mejores momentos en la noche entre caricias a su piel fresca y besos, y en mi casa, hablábamos, nos besábamos en casi cualquier lugar, mucho mucho, no recuerdo con exactitud cual barrera rompimos, pero aseguro que fue muy ligera, nuestra cercanía e intimidad se construía pedacito a pedacito, ah!, recuerdo todo esos instantes con total claridad. La situación tomaba más forma, pero está de más decir, que ella seguía sin despertar mucho interés en mí a pesar de que no podía ir mejor, mi ceguera y mi idiotez comenzaban a ser más intensas, era como si me bendaran lo ojos, al parecer en ella si se iba fortificando cada vez más un sentimiento hacía mí, que ya comenzaba a tomar color.
A éstas alturas, y después de mucha reflexión, todo parece indicar que, además de que yo le gusto físicamente, desde el principio, por mi forma de ser, yo le daba algo que los demás no le proporcionaban, ella es muy linda, preciosa, los hombres nunca le habían faltado, pero al parecer mi desinterés me hacía prescindir de ella, en realidad me daba igual lo que pasara, cosa que a ella nunca le había ocurrido con otro hombre, pues todos, muy idiotas la trataban como a una malcriada reina, actitud que no rendía al final de cuentas, ella chocó conmigo y como dije le parecí atractivo y supe, inconcientemente, explotarl la niña inmadura, malcriada que llevaba dentro de una manera totalmente diferente, ya les digo, todo ha sido una coincidencia enorme, todo estaba escrito de antemano, escrito en el lenguaje de los dioses y en el libro del amor infinito, inentendible para los mortales y traducido especialmente para nosotros dos. Yo siempre dejé injenuamente que las aguas tomaran su curso, y que por ende nuestras almas leyeran e hicieran realidad esta magnífica historia que aún no acaba, el destino nos guíaba.
El día esperado llegó, el día que marcaba el fin de una era, y el comienzo de una nueva para nosotros. Hasta la noche todo transcurrió entre juegos, risas y comida, mientras la familia se iba haciendo más numerosa, iban llegando cada vez más tíos, primos. Pero yo tenía a alguien más, la tenía a ella, y aunque tal vez no la valoraba, me sentía bien, más que bien me sentía contento, ella estaba lejos de su hogar, de su famila, aquí estaba, junto a mí. La noche llegó entre alboroto, más comida, juegos de mesa y bebidas, esa noche compartí en familia, comí hasta hartarme, bebí hasta que toda la realidad me parecía un sueño, y a mí lado tenía a una preciosa muchacha, que más podía pedir?, habría algo que me faltara?, yo creo que no. Las 12:00 llegaron y el nuevo año arribó, los brindis sobrevinieron y yo volvía a probar la dulce sensación que me provocaban los labios de mi amante(ya comenzaba a besar mejor), la oí una vez más decir que me quería, que yo era lo que más le gustaba en el mundo y que no me dejaría, no recuerdo con exactitud, pero creo que los efectos del alcohol me hicieron mentirle. Esa noche la recordaré por el restos de mis días.
La hora de que se marchara casi era inminante, era la noche del días anterior, tarde ya, y yo me quedaba en casa de su tía-abuela(el punto de encuentro) para a las 4:30 de la madrugada acompañarla a la estación, nos acostamos bien cerca de esa hora, pues queríamos disfrutar al máximo de nustra compañía, dormimos poco y partimos hacia el destino, me rompe el corazón recordar lo que pasó justo antes de que ella se montara en el ómnibus(justo como me lo rompen los recuerdos de otros momentos) pues se le humedecían los ojos ante una inminente separación, dos lágrimas recorrieron sus mejillas, era la primera vez que lo hacía.
Yo caminaba suave y desoladamente de vuelta a casa con los primeros rayos de sol esta vez con una extraña angustia, un pequeño mal sabor por tener que volver a hacer de la soledad mi compañera, pero lo superé una vez más un tanto rápido al acostarme y dormir en mi cama.Una vez más al levantarme sonaba el teléfono, era ella. Quisiera con todas mis fuerzas acordarme que se habló en dicha llamada pero fracaso al intentarlo. Por segunda vez comenzó a llamarme a cada cierto tiempo desde la beca y la casa en que recidía. Yo no sabía por qué pero lo seguía haciendo, no dejaba caer del todo la extraña relación con sus constantes llamadas. Ya por ese tiempo se iba formando la idea de que yo fuera a su casa, y yo, como un tonto , le aseguraba que iría, mas le mentía nuevamente, y creaba con mis palabras un aura de puro engaño, un éter lleno de telarañas deshonestas, así de hiriente era mi pretención, y así la lastimé cuando, después de 4 meses, por sobre abr(mucho más tarde yo me daría a la tarea de limpiar ese malo recuerdo de este bello mes) en una desenfrenada conversación le dije simplemente "no iré" y ella colgó. La desepción fue total, ella fue presa del desamparo, del engaño, de las lágrimas, yo simplemente la abandoné, le teñí de oscuridad su mundo, ella se recompuso y escogió el camino del olvido, yo no la culpo.
Dos meses después. Me llega la noticia de que vendría para Agosto. No imaginé nada en ese momento pues no quería hacerlo.
Un mes más y ella llegó. No me atreví a nada hasta que pasaron dos días, y, en un acto deliberado, fui a casa en la que recidía. Con una cara más dura que las lozas que pisaba, respiré hondo y toqué a la puerta, tres segundos más tarde se abría más que una puerta, se abría un camino que me llevaría a aprender a quererla, a conocerla, a pasar los mejores momentos que recuerdo o que recordaré, estaba justo allí de pie frente a mí.
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