A los 14 años me enamoré de una chica de mi colegio. Siempre la recordaré. Durante dos años nos mirábamos, pero nunca tuve el valor de declararle mi amor. En el recreo, en el autobús... siempre mirándonos. Su nombre fue lo único que supe de ella, jamás la conocí. Pasaron dos años en los que me culpaba de ser tan cobarde, pero no pude hacer nada a excepción de mirarla. Con 16 años decidí irme de aquel colegio para no verla nunca más. Pensaba que si ella sentía algo por mi lo mejor sería que me olvidara cuanto antes. Nunca supe por qué me miraba. Me fui de aquel colegio, pero yo no la olvidé, y así pasó el tiempo recordándola cada instante de mi vida y echando de menos su presencia. Pasaron uno, dos, tres... y ocho años, y yo seguía igual, pensando en dónde estaría y si sería feliz. Tenía ya 24 años, 8 años sin verla y un día ocurrió. Crucé una carretera y una chica cruzó en dirección contraria a la mía, no me fijé, pero a los veinte metros me picó la curiosidad. Me giré y allí estaba ella de nuevo, mirándome después de tanto tiempo. No supe reaccionar, seguí mi camino y no hice nada. Al día siguiente la encontré de nuevo en el mismo lugar, nos volvimos a mirar y una vez más no reaccioné. Jamás la volví a ver más. Caí en una tremenda depresión, ella era mi vida y yo era demasiado cobarde. La depresión nubló mi razón, necesitaba morir, pero seguí "viviendo". Vi por primera vez la tremenda soledad en la que me hallaba.
Ahora tengo 32 años y sigo recordándola, sé que siermpe lo haré. Mi vida ha sido un amor imposible, un sueño tan hermoso como doloroso. He sufrido por la persona amada, mi querida desconocida. Aun no sé cómo puede uno amar sólo con mirar. Osé mirar la perfección y por eso me enamoré.
Ahora estoy solo, siempre lo estuve, pero ahora siento el peso de la soledad. Quién sabe si algún día la romperé. Ella me hizo ser lo que soy, aunque no lo sepa nunca. Te quiero Belén, siempre te querré.
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