No quisiera ejercer de abogado del diablo, pero lo cierto es que somos muy propensos a juicios paralelos con sentencia firme, sin información o pruebas, vamos, que la presunción de inocencia de los demás nos la pasamos por el forro, olfateamos sangre y a la yugular.
En cuanto se conoció la noticia, la victima quedo en segundo plano y con lo scalibur, en tercero. Somos de gatillo fácil, la prioridad era linchar a alguien y cuanto más alto se apunte mejor, aun teniendo una información precaria que invalidaba cualquier análisis objetivo.
Desconozco la gestión de la ministra, ni me inspira simpatías ni atiparías, pero, con los datos de los que disponemos, culparla de esto, en mi opinión, tiene el mismo sentido que culpar a la de fomento por perderse una maleta en la T4 o a la de medioambiente por pillar una insolación payera.
Se supone que se ha seguido el protocolo de la OMS, es de suponer que la equipación fuese la adecuada, ya lo veremos, si el equipo que trato los dos casos, solamente un integrante se contamino, también cabe suponer que la afectada, en un momento determinado se haya relajado e incurriese en una imprudencia, porque por mucho que dotemos de los medios de seguridad necesarios al personal en prevención de riesgos laborales, en ocasiones puntuales, nos descuidamos y, en el día a día, tenemos ejemplos de gente que conduce sin cinto o casco en la moto o alguien que cae de un andamio por desabrochar el arnés.
Yo creo que procede dejar trabajar a los profesionales, que efectúen las investigaciones que correspondan y en cuanto tengamos toda la información se depuren responsabilidades, si las hubo, y entretanto se atienda y controle prioritariamente el grave problema al que nos enfrentamos. Tiempo habrá para buscar culpables