El espejo, creado por la misma soledad humana, nos muestra un cuadro de colores opacos. Bajo el marco de esa ventana se veía como la lluvia golpeaba aquel momento, acompañada del viento en esa extraña noche de Julio. Tenía algo que decir a la distancia pero sus ojos por donde ya no miraba, sus oídos se sentían ajenos a lo que era el sonido y ni el peor de los gritos, los podía despertar de su sueño; su tacto había desaparecido y su boca estaba silenciada y atada de por vida para que no degustara ningún sabor mas, como un castigo, una penitencia. Un rato para el podía significar un segundo o quizás cien años, la noción del tiempo se había perdido.
Así se hallaba aquel individuo, esperando a que algo pasara, solitario en su cuarto, donde solo había muebles, polvo y muchos recuerdos. Tantos recuerdos que habían sido olvidados y tantos otros, que solo eran una densa bruma dentro de si. Todo guardaba polvo, al igual que ese sujeto porque se veían bastante antiguos por el paso de los años. Trataba de hacer andar toda su vida de nuevo pero no podía porque al perder sus sentidos, se sentía imposibilitado de hacerlo.
La lluvia no cesaba de caer, mientras la gente caminaba por fuera del hogar ya que la vereda se hallaba por la entrada de luz de esa ventana, protegido por una reja de fierro forjado en un estilo colonial. Los pocos que transitaban a esas horas de la noche, corrían raudamente, haciendo el mayor esfuerzo para evitar mojarse a causa de la lluvia. Nadie parecía ver al individuo dentro de la habitación, desde donde se irradiaba hacia fuera, a través de la ventana de esta, una luz tenue y bastante baja. Mucho tiempo que ese cuarto, donde se dio vida a miles de palabras y sentimientos de todo tipo, había alumbrado mucho mas que eso todas las noches. Ahora, era solo un cuarto del recuerdo y sin dueño que le perteneciese; porque al individuo ya no le servía y solo estaba allí porque algo aun esperaba que lo llamase, nadie podría comprender tal situación.
Aquel individuo sintió al cabo de un rato, como el tiempo se desvanecía, lo cual era extraño. Bastante había transcurrido desde la ultima vez que sintió eso, el destino se apiado y gracias a su caridad tal cosa que anhelaba se cumplió, y al fin, en silencio, el individuo suspiro de alivio y se desvaneció en la sombra de la luz tenue que se apagaba en la habitación, para nunca mas volver allí. "Aun siento lo mismo que siempre" fue lo que se escucho en la habitación, tras la ventana, mientras aquel hombre misterioso se desvaneció. Esa frase que no estaba decidido a ahogar y desparramar a traves de la habitacion, por unos momentos, mientras escuchaba el caer de la lluvia y miraba la luna por la ventana, sentado al costado de lo que alguna vez fue su cama, suave y blanda como siempre. Era un fantasma…
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