Si a un médico se le van los ojos con la primera paciente joven y bonita que se le presente, su profesionalidad brilla por su ausencia. Hay que procurar separar la vida amorosa de la vida profesional. Al trabajo se va a trabajar y no a ligar.
Otra cosa es que un médico, fuera del trabajo, se encontrara con una paciente, por ejemplo, en zona de marcha o en alguna cafetería y empezaran una conversación que acabara en relación. Pero, dentro del horario y lugar de trabajo, jamás.
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