Foro de Amor > Foros sobre otros temas > Off-Topic - Otros temas
 
Abrir Hilo Responder
 
ads
Antiguo 13-Jul-2018  
Banned
Usuario Novato
 
Registrado el: 01-July-2018
Mensajes: 35
Agradecimientos recibidos: 3
Les pego un artículo que me pareció interesante. La fuente original se puede encontrar aquí:

https://pijamasurf.com/2016/02/por-e...-nuestra-vida/


POR ESTAS RAZONES NO DEBERÍAMOS REHUIR AL DOLOR, NI FÍSICO NI EMOCIONAL, SINO HACERLO PARTE DE NUESTRA VIDA

A CONTRACORRIENTE DEL DISCURSO DOMINANTE RESPECTO A LAS EMOCIONES, ABRAZAR EL DOLOR PODRÍA SER LA VÍA PARA ALCANZAR LA EXISTENCIA PLENA


En las últimas décadas, nuestras sociedades en Occidente han tenido como uno de sus rasgos característicos la aversión al dolor en casi cualquiera de sus manifestaciones. Al dolor físico se busca ahuyentarlo por medio de analgésicos, anestesias, opiáceos y otras sustancias que nos hagan transitar por la enfermedad y la herida adormecidos, sumidos en el blando sopor de la insensibilidad, del que esperamos despertar ya curados, sanos, sin rastro alguno de sufrimiento.

Con el dolor emocional sucede algo parecido. En una cultura que nos ha habituado al consumo inmediato, a la satisfacción instantánea, a la reposición de lo que deja de funcionar, al aprovechamiento, la utilidad y, sobre todo, a la homologación y la supuesta equivalencia de todas las cosas, emociones como la tristeza, el enojo, el desánimo o la frustración no tienen cabida (al menos no discursivamente, no de cara al otro), pues se perciben como alteraciones de un imperativo de positividad, momentos negativos que nos sacan abruptamente de los circuitos de la producción y el consumo.

El fenómeno es interesante –y aún más: importante– porque, visto históricamente, el dolor ha sido uno de los grandes maestros de la humanidad. De la antigua Grecia a los años de la Segunda Guerra Mundial el dolor recorre ámbitos como la filosofía, el arte e incluso la ciencia como una suerte de fuerza decisiva, un argumento inesperado, una condición inevitable. Nietzsche, probablemente uno de los pensadores que, después de los estoicos, han exaltado más ese carácter magisterial del dolor, escribió esto en La genealogía de la moral:

[...] la historia principal, real y decisiva, que ha determinado el carácter de la humanidad se ha dado ahí donde el sufrimiento ha sido virtud, donde la crueldad ha sido virtud.

En años recientes, una corriente de la psicología conocida como “bienestar eudaimónico” (eudaimonic well-being) realiza esfuerzos por contrarrestar dicha tendencia dominante y, a cambio, abogar por el dolor como un componente fundamental de la existencia sin el cual ésta no alcanza su plenitud. El término “eudaimonia”, “el “buen daimon” procede del griego antiguo, en donde se usaba para referirse a cualidades varias como la virtud, la excelencia y la felicidad, y ahora se toma como una suma de éstas y otras características para hablar de la plenitud del ser, la existencia plena de una persona.

“Comprender la complejidad de la vida puede ser un camino especialmente fructífero para el bienestar psicológico”, asegura Jonathan M. Adler, uno de los exponentes de este acercamiento a la psique humana. Complejidad que no se explica sin la inclusión de las emociones negativas en el mapa de nuestra propia subjetividad.

Entre otros experimentos realizados al respecto, destaca uno que Adler coordinó junto con Hal E. Hershfield, profesor de marketing en la Universidad de Nueva York. En éste, se examinó la reacción emocional de un grupo de voluntarios adscritos a un proceso de psicoterapia. Después de cada sesión, los investigadores dieron a los participantes un cuestionario con preguntas que permitieran obtener una idea de su estado emocional. Entre las observaciones notables se encontró que muchos de ellos salían de terapia con emociones encontradas, sintiéndose tristes pero también felices, enojados o deprimidos pero al mismo tiempo un tanto entusiasmados. En general, el estado compartido por varios de ellos era sentir pesar por los “problemas” expuestos durante la sesión y las implicaciones de éstos en su historia de vida, pero paralelamente se sentían esperanzados e incluso alegres porque, después de todo, estaban haciendo algo al respecto. Adler y Hershfield conceptualizaron el fenómeno como una “desintoxicación” de las malas experiencias por la reunión de los contrarios, el reconocimiento subjetivo, para nosotros mismos, de las implicaciones positivas y negativas de una circunstancia personal. Al final, según los investigadores, esto se convierte en fortaleza que da soporte a la posibilidad del bienestar mental.

Otros estudios también han señalado las consecuencias fisiológicas de evadir las emociones negativas, ignorarlas, hacer como que no están ahí. Fingir alegría cuando lo que se siente es tristeza, o tranquilidad cuando en realidad se está decepcionado o iracundo. Freud solía decir que las emociones que no se expresan vuelven, y con cierta frecuencia en formas poco gratas. Entre otras evidencias que apoyan esta intuición del vienés se encuentra una investigación de 2012 en la que el psicoterapeuta Eric L. Garland, de la Universidad Estatal de Florida, encontró una relación entre el alcoholismo de 58 adultos y su tendencia a reprimir sus propias emociones. Además de dicha enfermedad, en esas personas también se observaron otros síntomas asociados con altos niveles de estrés.

En ambos casos –los estudios de Adler y este último de Garland– las conclusiones son claras: ante las emociones, lo mejor que podemos hacer es reconocerlas. En español este verbo es sumamente elocuente, pues alude al hecho de volver a conocer algo, pero sobre todo a la acción de “tomar en cuenta”, considerar algo en su justa dimensión, en sus características y sus implicaciones, al mismo tiempo que se le da un lugar en el marco de nuestra existencia. Si, por ejemplo, sucede que nos sentimos tristes, lo obvio sería aceptarlo, para después preguntarnos por qué, qué expresa esa tristeza de nuestra situación presente y, finalmente, si eso nos molesta, qué podríamos hacer para resolverlo. En pocas palabras, qué nos enseña el dolor de nosotros mismos: enseñar en el sentido de "mostrar" y también como momento de un aprendizaje.

Los psicólogos del “bienestar eudaimónico” nos instan a abrazar el dolor y en general las emociones consideradas negativas, a volverlas parte de nuestra existencia como elementos inevitables del ser y estar en el mundo. Experimentarlas conscientemente, como parte de este presente continuo en que nos encontramos a cada momento. ¿Con qué recompensa? Una que ya Nietzsche encontró en su interpretación del origen de la tragedia griega y que igualmente puede leerse en Camus y aun en Tchaikovsky. Cuando en vez de renunciar al dolor lo incluimos como un elemento que nos constituye y nos forma, llega el momento en que descubrimos, como por encanto, inesperadamente, que estar vivos es una oportunidad de plenitud que se expresa o se consuma en la creación, a la manera artísica: la ofrenda que se hace al mundo de algo que antes no existía y que por esto mismo lo cambia en algún grado.

Para poder vivir tuvieron los griegos que crear, por una necesidad hondísima, estos dioses: esto hemos de imaginarlo sin duda como un proceso en el que aquel instinto apolíneo de belleza fue desarrollando en lentas transiciones, a partir de aquel originario orden divino titánico del horror, el orden divino de la alegría: a la manera como las rosas brotan de un arbusto espinoso.
 
Antiguo 13-Jul-2018  
No Registrado
Guest
 
Mensajes: n/a
Adler murió antes de que tú nacieras. Eso es suficiente para tomar con pinzas todo lo que haya dicho ese señor. El mundo ha cambiado, y el dolor al que se referían estos filósofos no tiene nada que ver con el concepto de dolor que tienes tú o que tengo yo. Por ponerte un ejemplo, Viktor Frankl estuvo en un campo de concentración, Nietzsche fue arrestado dos veces por escándalo público...no tiene nada que ver sus vidas con la tuya, tu extrapolación está fuera de lugar.
 
Antiguo 13-Jul-2018  
No Registrado
Guest
 
Mensajes: n/a
Sabo, no creo que la cuestión sea esconder las emociones ni fingirlas. No creo que eso sea lo dominante ni lo moderno. Incluso lo contrario: huir de las emociones, esconderlas, es algo que se ha hecho frecuentemente por el método sobre todo de beber alcohol. Eso tan coloquial y que está en la cultura occidental de beber para ahogar las penas o beber para divertirse.

Supongo que todo esto lo dices porque piensas que te continuamente opiniones como de "déjalo estar, no vale la pena". Estoy de acuerdo contigo que hay que reconocer las emociones, pero también creo que las emociones no definen los hechos.

Por ejemplo, puedes sentir un gran temor a sufrir daño por algo, y sin embargo es posible que en realidad no haya peligro real. Las emociones hay que reconocerlas pero no dejarte llevar por ellas. Las emociones son sólo respuestas subjetivas a los acontecimientos y no definen ni miden los hechos. Dos personas no tienen por qué sentir lo mismo ante el mismo hecho.

Es como el sentir frío: si no sintiéramos el frío podríamos morir de hipotermia, pero como lo sentimos entonces nos abrigamos. Pero incluso podemos decidir si aguantamos un poco ese frío, sabiendo que por un algo de frío no vamos a sufrir daño. Podemos decidir salir desnudos a un paisaje nevado sabiendo que si no estamos demasiado tiempo a la interperie, y no abrigamos bien luego, no nos vamos a enfermar. Incluso podemos elegir enfermarnos si tenemos la seguridad de que sabremos curarnos de la enfermedad.

Ya ves, sentir sí es positivo, pero no lo es que las emociones nublen la razón.
 
Antiguo 13-Jul-2018  
Usuario Experto
 
Registrado el: 01-January-1970
Mensajes: 1.987
Agradecimientos recibidos: 1689
No soy partidario de regodearse en el dolor, una actitud grabada a fuego por el catolicismo y que muchas veces nos cuesta horrores rehuir.

Ya se sabe, eso de poner la otra mejilla, culpabilizar a la víctima, soportar situaciones injustas que ya Dios proveerá.

Si se puede evitar el dolor soy partidario de hacerlo, no creo que el masoquismo aporte nada al crecimiento personal.
 
Antiguo 14-Jul-2018  
Usuario Experto
 
Registrado el: 01-January-1970
Mensajes: 3.292
Agradecimientos recibidos: 2958
Pienso como Harvey. No hace falta para nada el martirio automático.
Las emociones hay que reconocerlas, dejarlas "ser", y dejarlas transcurrir, pasar.
No volver al bucle. La vivencia enseña. El dolor es real, lo que tenga que durar, durará. El sufrimiento es opcional.
Y podemos controlarlo.
También soy completamente contraria a medicalizar absolutamente TODO.

Shit happens.
Las parejas nos dejan.
Nos enfermamos.
Envejecemos.
A veces el trabajo no es lo que quisiéramos.
Podemos tener accidentes.
Conocer gente de mierda.
A veces nos duele la espalda y hay que currar.
Cometemos errores.
Perdemos dinero.
Nuestros hijos crecen y nos dan disgustos , o se van de casa.

No siempre es necesario pasar por el consultorio del siquiatra o sicólogo, y empastillarse.
Vivimos en una cultura en la que cada vez más se endiosa la debilidad.
Sólo habría que echarle un vistazo a cómo y con qué recursos , encaraban la vida nuestros abuelos.
 
Antiguo 15-Jul-2018  
Usuario Experto
Avatar de Wildcat
 
Registrado el: 07-March-2015
Ubicación: Tierra de Pinares
Mensajes: 2.570
Agradecimientos recibidos: 2203
No he leído a esos autores, pero aún así, pienso que nos hemos instalado en un entorno edulcorado, tendente al hedonismo facilón; es decir, no comparto el discurso de la mortificación como una forma exclusiva de "elevación" (trascendencia espiritual), ni tampoco veo conveniente alejarse del dolor, aislándonos en una burbuja de confort.

Hasta no hace mucho, la vida era muy perra y muy cruel; a ojos de un niño del principios del S.XX: la zafiedad, la suciedad del mundo adulto, cadáveres en las aceras cuando estallaban las guerras, el hambre, la sensación de miedo, de inseguridad, el impulso de la autopreservación. No era broma, y las personas, en cierto modo, morían felices cuando les tocaba la hora de la muerte natural.

Es decir, sin comprar el discurso de que debiéramos vivir mortificados, nos hemos dejado algunas cosas que consideramos primitivas, y que como cualquier vacuna o medicamento (con su parte de veneno) nos cura y nos inmuniza; nos vuelve más duros ante los golpes de la vida; de lo contrario, nos iríamos abajo, gastaríamos enormes cantidades de tiempo intentando restituirnos de esas heridas. Estaríamos constantemente enfermos. Equivaldría a vivir menos de la mitad.

Ni tanto ni tan calvo, en román paladino. El discurso dominante es el del confort. Ese entorno "aséptico" debilita cuerpo (y mente).
 
Antiguo 15-Jul-2018  
Usuario Experto
Avatar de Zeus6
 
Registrado el: 11-April-2013
Mensajes: 3.689
Agradecimientos recibidos: 2753
Pienso en una visión trascendente de uno mismo y de los eventos que suceden en la existencia desde una consciencia de "observador",.. de espectador,.. más que de "actor", donde se vive comúnmente en ese papel (que es lo habitual),.. Por su puesto que el dolor forma parte de la vida, y es un síntoma de alarma, de que algo no va bien, pero a veces el dolor puede ser algo útil (apartarse de alguien o algo dañino, toxico, una cura de una herida, enfermedad), de ahí la importancia de racionalizarlo en el contexto de la existencia, no un tabú,. y creo que eso solo se logra desde una perspectiva determinada.y con trabajo interior desde luego ..
 
Antiguo 15-Jul-2018  
No Registrado
Guest
 
Mensajes: n/a
Nunca he creído buena idea tomar decisiones basándome en reacciones exageradas a hechos puntuales.

Creo que ese sí es el discurso que se quiere instalar a como de lugar. Una forma de actuar y pensar radicalizadas, absurdas y fundamentadas siempre en una falta de lógica alarmante.

Ciertas formas dialécticas van construyendo artificialmente realidades de la siguiente forma:

1.- Se establece un problema: sea real o no, lo importante es que sino es real al menos sea reforzado con percepciones que en general puedan ser percibidas como negativas.

2.- Se fundamenta el problema: se cita a desconocidos o conocidos y estudios. A veces sólo basta con decir que fueron científicos de alguna Universidad o que fue un experto, que refuercen la existencia del problema o las bondades de las circunstancias distintas que se desea promover o que sean utilizadas en un contexto distinto.

3.- Se entrega la solución: que se presenta como única vía de resolver el problema real o imaginario. Aunque la relevancia de esta etapa es que a menudo no lo resuelva.

Y cuando la solución no resuelve el problema es fundamentalmente porque no tiene nada que ver con lo que lo causa o porque carece de sustancia mínima para poder resolverlo o porque la intención es crear una industria o una situación alrededor de él.

¿Cómo se refleja esto en el tema planteado?

1.- Describe que la gente rehúye al dolor y pretende implantar la idea que esto es un problema.

2.- Aquí se utiliza la tercera vía que es tomar una perspectiva sensata: como la de asumir el dolor como algo que se dimensiona a una situación vivida, para transformarlo en una apología del dolor con el término "abrazar el dolor", que no se condice con "dimensionar el dolor".

¿Cómo llega a suceder que haya gente que acepte fundamentaciones así, todo es muy infantil. La vida ya tiene sus problemas para estárselos inventando?

Pues, porque entre otras razones (educacionales, etc.) la población siente un descontento por diversos motivos (expectativas, etc.) y ese descontento es una energía en gestación que puede ser alentada y/o conducida. Y porque otros menos hacen de esto su ingreso mensual.

Los problemas las menos de las veces se disuelven; por contrario se agravan mientras más transcurre el tiempo y se combinan con otros; terminando con un saco de problemas que desgasta; razón por la que algunos terminan silenciando sus efectos. Otros problemas no tienen solución posible como el deterioro físico con el paso de los años, que no es reversible y sólo pueden ser paliados sus efectos.

Todos hemos tenido dolores y regodearse en ellos es prácticamente lo mismo que ir a nadar en las heces.

Hay que animar a la gente a que identifique las causa de sus problemas, para que la solución que halle sea tal. Hay que animarle también que cuando piense lo haga con sabiduría, para que sus respuestas no sean sinsentidos y no se vuelva manipulable.

3.- La solución propuesta dice: "como un problema no encarado significa un malestar emocional, físico y espiritual; hagamos del malestar el foco y el culto". Esto es como si sonando la alarma de robos de la casa terminaras hasta bailando, agradeciéndolo y tomándote las siestas con el sonido.

Se crean estos tours del dolor o masoquismo maquillado de bienestar y salud.

Esto como tantas otras cosas no es un "discurso dominante". Una de las frases tipo que tanto gusta usar a ciertos sectores para todo aquello que no les permite hacer de las suyas.

El dolor es un síntoma que nos advierte que algo está atacando nuestra sobrevivencia, para que si está en nuestras manos hagamos algo al respecto y si bien sin estas alarmas estaríamos totalmente a la deriva, no hay para qué "pasarse tres pueblos" en ello.

Lo que sí llama poderosamente mi atención (y no es la única oportunidad) es porqué si se quieren pasar los tres pueblos se quedan por ejemplo en este caso: en darle gracias a "don dolor" y no en preguntarse si somos "simple y puro azar" porqué llevamos estas alertas que algo nos está dañando, pues para ser azar jugamos con dados cargados parece.

Ahí por razones obvias no quieren llegar... prefieren quedarse en el fetichismo.
 
Responder

Temas Similares
A contracorriente Aquí fans de ROCKY BALBOA!!! Discurso final. excelente. discurso del rey Pequeño discurso sobre el amor. es hora de presentarme y hacer mi discurso :p


La franja horaria es GMT +1. Ahora son las 23:23.
Patrocinado por amorik.com