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Antiguo 17-Feb-2013  
ICO
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Bueno, ya puestos cuento mi experiencia. No se si es aquí el mejor sitio, aun me estoy acostumbrando al foro.


La relación que se ha terminado en mi vida es de veinte años, que se dice pronto. Mi ex tiene una enfermedad mental desde siempre, de antes de conocerla. Ya de novios un médico amigo de la familia me dijo que me olvidara de ella, que jamás sería feliz. No hice caso.

Era algo llevadero ya que ella lo suplía siendo una mujer que cualquier hombre quisiera tener. Cariñosa y buena como la mejor o al menos eso me parecía. Pero de esos veinte años los últimos diez han sido un infierno. No se porqué cambió la verdad, ella me culpa a mi y a su psicóloga y puede que tenga razón.

Yo quise que cambiara, era muy dependiente de mi, sin ideas propias. El sueño de todo hombre machista. Pero no me parecía bien así que traté de cambiarlo junto con sus médicos. Que fuera mas mujer, con ideas propias, que se relacionara mas con la gente, que saliera y escuchara a otras mujeres, que no se quedara en casa todo el día, que no siempre opinara como yo, en fin, que fuera mas independiente y viviera mas. Según ella la sacamos de su burbuja y se estrelló.

Y llegó el infierno. Diez años en tensión que además afectaban a mi hijo mayor. Desmayos por la calle, intentos de suicidio, auto lesiones graves...

... era salir corriendo de la oficina día si y día no hacia un hospital. Es curioso como llegas a acostumbrarte a vivir día a día con una tensión similar, como el cuerpo llega a aguantar tanto sin derrumbarse a pesar de estar así durante años. Somos mas fuertes de lo que nos creemos lo que pasa es que hasta que no se nos pone a prueba no nos damos cuenta. Pensar en ello, soy un hombre muy fuerte pero no por serlo en si si no por lo vivido, quiero decir que no es de admirar si no que nadie cree que lo es hasta que le toca.

La gente que me rodea no entiende como era capaz de seguir en pie día a día en esa situación. Por amor, todas las fuerzas las sacaba por amor. Amor que no me dejaba ver como todo esto perjudicaba a mi hijo al que casi pierdo con el paso de esos años.

Con diez años su madre le obligaba a fregar la sangre del suelo cuando intentó pegarse un tiro, con ocho aprendió a usar un móvil para pedir socorro pues su madre se cortó la falange de un dedo y pintó toda la cocina con el cual cueva llena de pinturas rupestres. Os podéis hacer a la idea de la tensión de esos diez últimos años.

Amor, amor a una mujer que me impedía ver el daño que sufría mi hijo. Es algo que no se si podré perdonarme algún día. Mi hija, la pequeña, como tal no se daba cuenta ni sufría estas cosas apenas.

Este verano la última locura de mi ex, se tiró a la carretera delante de todos los coches. Policía, ambulancia...

...lo de siempre vamos. Ya no podíamos mas en casa y hable claramente con toda la familia. La mía y la suya. En cierto modo yo sabía que ya no podía seguir así pero de nuevo el amor, el amor que te da fuerzas pero que también ciega. Di la última oportunidad sin creer mucho en ella la verdad pero mi ex lo intentó y me ilusioné, creí que si, que esta vez igual funcionaba.

Pero en noviembre recibí una llamada en la oficina y como siempre sin saber que pasaba me asusté, la costumbre. Mi hija la pequeña llorando, en una mano el móvil, con la otra tirando de la ropa de su madre sentada en la ventana de un séptimo piso para que no saltara. Era su primera vez, siempre le había tocado a su hermano. En ese momento justo llegó el chico y entre el y su hermana a empujones evitaban que mi ex se acercara a la ventana.

Esta vez no pude disimular, caí de rodillas en medio de la oficina y rompí a llorar delante de todos los compañeros. Policía, ambulancia...

Tras varios días en el psiquiátrico la recogí de vuelta a casa y me dispuse a hablar con ella. Yo los meses anteriores estaba muy contento con ella así que no entendía el porqué de lo de ahora. El porqué de esta nueva barbaridad delante de los niños.

Y entonces me enteré, llevaba varios meses liada con un vecino mayor que se aprovechó de su enfermedad y la cameló con mentiras. Os podéis imaginar como me sentí, el amor, lo que me daba fuerzas empezaba a derrumbarse. Tantos años de sacrificio por parte de todos los de casa para nada. Tanto luchar día a día para este final.

Y ahora viene mi error. Tras la conversación y confesión, bastante tranquila a pesar de la situación le digo que seguramente todo acabe en divorcio, echa a llorar y me levanto para consolarla, que dejemos pasar los días a ver que pasa. Una vez mas perdonando.

Se levanta ella de golpe, coge unas agujas de hacer punto y trata de clavárselas en el estomago. Me abalanzo sobre ella y la tiro al suelo, pido ayuda al crío y viene a forcejear para quitarle las agujas a su madre de las manos.

En dicho forcejeo la mirada de mi hijo se cruza con la mía y ambos nos miramos fijamente, es como si me pidiera a gritos que una vez mas no papá, que no perdonara de nuevo, que me diera cuenta de una vez que ya no puedo hacer nada por ella. Policía, ambulancia...

...y divorcio.

A los pocos días es muy duro oír de tu propio hijo, conversando con calma, como te cuenta que como su padre lo estaba decepcionando, que no hacía nada por atajar lo que estaba sucediendo. Casi lo pierdo y en cierto modo estoy tratando de volver a ganarme su confianza. El amor da muchas fuerzas, mas de las que nos imaginamos en un principio. Somos capaces de aguantar lo increíble gracias a el pero a veces nos impide ver la realidad de lo que sucede a nuestro alrededor.

A día de hoy sigo cuidando de mi ex desde la distancia, es algo que no puedo evitar pues está sola. Sin amistades, ni sus hermanos la aguantan.

Mis hijos bien, ven a su madre un rato cada semana y están contentos y felices. No se han quedado como traumatizados o algo, al menos no a primera vista. La chica me hace mucha compañía por las noches, viene y me cuenta su día a día, la música que le gusta, que es lo que piensa de la vida...

...al chico le pregunté hace poco como se sentía por todo esto que había pasado, si sentía tristeza. Me dijo que si, que la sentía. Pero que antes que eso sentía alivio. Sonrió y me dio un abrazo.

Por lo demás los tres empezamos una vida nueva, no será fácil pero en ello estamos.

Muchas gracias a quien lo haya leído entero.
 
 

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