Aquello que generalmente resulta atractivo para las mujeres en los hombres es algo que no poseo y tampoco me interesa adquirir. Desde el ámbito emocional, las actitudes y las personalidades, hasta las características físicas como la altura, la complexión atlética y los aspectos relacionados con lo sexual, como el tamaño del pene, todas estas cualidades son anheladas por las mujeres. No se le pregunta al hombre qué es lo que él desea; aparentemente, las mujeres tratan a los hombres como ellas quisieran ser tratadas. Sin embargo, el problema radica en que no todos deseamos convertirnos en lo que las mujeres desean, únicamente con el propósito de parecer atractivos. Esto implica una limitación de la autodeterminación personal.
Solo ellas se benefician de esta dinámica de cortejo o seducción. ¿Alguien se ha preguntado qué es lo que yo quiero? ¿A alguien le importa lo que deseo? No, se nos impone, ya sea por biología o cultura, la necesidad de mejorar o adaptarnos para obtener la aprobación femenina.
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