Tía ¡Que le den! Él se lo pierde, macho, ni cariño ni ostias, ¡Que el se lo pierde! Y sabes qué? Será demasiado tarde. Sé fuerte! No te dejes engañar. Volverá. Y tú ya habrás rechecho tu vida, aquí...
Mira... Loulou, esto no tiene ni pies ni cabeza. Está claro que las infidelidades se pueden perdonar, ahora, después de perdonar, ni se me ocurriría verle a él en su puñetera vida.