Porque nuestra cabecita es muy punetera y solo se acuerda de lo bueno de la relación, que al fin y al cabo es lo que te hacía sentir bien. Lo malo se aparta.
Lo más curioso de estas cosas es la cantidad de gilipolleces que uno hace y piensa al principio por no dejar ir a esa persona. Justificamos lo injustificable, nos dejamos manipular y nos sometemos a...