El mundo en que vivimos actualmente es inmensamente más complicado, plural y variado que aquel en el que yo nací, hace más de treinta años. Evidentemente, se trata de seguir la vieja máxima: adaptarse o morir.
La condición de "follamigos" es una opción muy respetable para todos aquellos que buscamos el contacto físico y el apego pero se nos escamotea continuamente por mujeres que buscan un ideal de perfección y pureza primordial. Prefiero infinitamente a una mujer consciente de su sensualidad, que acepta sus apetitos sexuales y es capaz de ofrecer un buen rato de sexo sin compromiso que aquella que juega con su cuerpo y demora tanto el contacto que termina careciendo de interés por su dificultad intrínseca.
Llegadas unas edades y después de soportar la moralina católica que algunos hemos debido soportar, creo que nos hemos ganado el derecho a un vislumbre del paraíso en manos de una "diosa de la voluptuosidad" que no nos pedirá más cuentas que una amistad y una intimidad nunca vistas en otros lares.
|