De las mejores ochentadas jamás paridas. Dejando aparte los acostumbrados clichés, se aprecia una producción muy bien cuidada, en lo musical y en lo estético.
Pat Benatar, con su voz prodigiosa y Neil Giraldo haciendo virguerías con la guitarra. Menudos coros, j*der. Coreografía algo Michael Jackson en los bajos fondos neoyorkinos. Incluso el tipo del hampa, con pintas de mafiosillo de medio pelo lo peta en la actuación. Esta batalla no la gana nadie, pero viene a dar igual.