Inocentona, cursi, pero a la vez hermosa y pura, desde aquellos finales de los ochenta.
Trabajando en el turno de noche, mermado por el cansancio y el sueño me hacían mas vulnerable, y esta melodía sonando por alguna alejada radio me atravesaba el alma como papel y me quedaba temblando, soñaba despierto con verla y abrazarla, en medio de aquel vació y aquella soledad entre penumbras de frías maquinas, y un rayo de luna llena colándose por algún ventanal de la fabrica. Mi mente fatigada y somnolienta evocaba su bella imagen en algún alegre y soleado paraje, y su voz pronunciando mi nombre.
Llamadlo como queráis..