Una mínima reflexión
 

Durante un atardecer, Aristóteles (tutor de un joven Alejandro Magno, hijo de Filipo II, conquistador y rey de Macedonia) observaba una pila de huesos. Alejandro se acerca y curioso le pregunta qué estaba viendo tan concentrado.
- ¿Sabes?- dijo el filósofo- por más que mire, por más que busque, no puedo hallar la diferencia entre los huesos de tus esclavos y los huesos de tu padre.

Todos somos iguales, y si alguno cree lo contrario ya verá que la muerte nos iguala.

No somos en este mundo más que un suspiro. Un murmullo perdido en la lejania de las eras. Depende de cada uno que ese murmullo sea susurro, o se haga voz o se haga canto.

Estamos aquí por algo y a cada quién le toca descubrir su cometido, tarea nada sencilla. La vida es linda. demos gracias por cada amanecer, por ser los seres sublimes que somos, por ser únicos, irrepetibles e inigualables. Pero insignificantes, perdidos en las lejanías de las eras y el universo.

Amar no cuesta nada, una sonrisa puede mucho más que lo que pensamos. pero siempre alertas, ya que no todos piensan igual y hay que respetarlos.

Un cordial abrazo para todos.