Despertarme una mañana y, justo en ese instante que recupero la consciencia, aún con los ojos desacostumbrados al nuevo día, pensar: “qué pocas ganas tengo de levantarme, pero cuantas de vivir”.
Conocerme a mí mismo, aceptarme y quererme en cada situación, asumiendo mis errores (muchos) pero a la vez reconociéndome alguna virtud (que alguna habrá).
Irme a la cama y, en esa pausa antes del desfallecimiento donde el autoengaño se relaja y nos sinceramos con nosotros mismos, sentirme satisfecho, por muy agotado que esté.
Rebuscar en mi interior y encontrar ilusión, no días trastabillados que me limito a olvidar en el calendario, sino otros todavía no tachados que aguardar con anhelo.
……….
Ya queda menos para alcanzar mi sueño, todo lo demás vendrá después…
P.D. En agradecimiento a Jannakis y su hilo "Escala de valores"
|