¡No veo una mierda!

Panecillo

Aloha!!

Pues como tengo tiempo ahora que me estoy tomando un café, os comento un problema que hace que mi vida sexual y sentimental no esté ni mucho menos a la altura de mis espectativas, y que, tal vez, gracias a vuestros sagaces consejos, sea arreglado. Os lo voy explicar mediante una anécdota.

Este viernes se celebraba en Colonia el primer día de Carnaval. Consiste en que un montón de gente se disfraza y se pone a beber a eso de las once de la mañana, mas o menos hasta que revientan. Una ocasión maravillosa para conocer mujeres núbiles. Dejemos en suspenso todo lo que ocurrió desde las once de la mañana hasta las tres de la mañana del día siguiente (fue muy, muy interesante, pero no viene al caso), y situémonos en un bar del barrio de Frenchen, rodeado de un montón de gente a la que había conocido apenas unas horas antes gracias a mi excepcional don de gentes, y a que estaban mas ciegos que piojos en anís.

Estoy cansado, borracho, sentado en el taburete, sin pedirme nada, porque ya no son horas. Estoy mirando bailar a una armenia con un tío de Valencia. A los dos los he conocido hace un rato. El tío de Valencia tiene intención de follarse a la armenia, me lo ha dicho hace un rato, aunque también me lo ha dicho de una colombiana, de dos alemanas y de una chavala de Salamanca, todas integrantes de nuestro improvisado grupo de despojos humanos.

La armenia baila con él, pero me mira a mí y sonríe mucho. Le deja de lado, se sienta a mi lado, y me ofrece un poco de su copa, que yo rechazo. El tío de Valencia la vuelve a sacar a bailar. Bailan un poco mas, y yo disfruto del espectáculo, la tía baila realmente bien. Y es bonita, muy bonita. Ahora la armenia aparta al tío de Valencia, empujándole con la mano; este, inasequible al desaliento, y como si nada hubiese pasado, se dirige hacia una alemana que tiene pintada una máscara como del zorro sobre los ojos. Ole sus cojones de borracho.

Me pide que baile con ella; le cuesta trabajo hacerse entender porque está bastante ciega y además no compartimos un idioma común, excepto alemán chapurreado. Le digo que no. Se vuelve a sentar a mi lado, me vuelve a ofrecer de su copa, parece desconcertada, no podemos hablar de nada, pero no quiere apartarse de mí. Miro a la peña que hay en el bar, y decido que tengo que irme; de hecho ¿Que cojones hago ahí? No conozco a nadie, solo me acuerdo del nombre de una tía que ha desaparecido hace un rato y que me ha metido en ese desaguisado. Y hay al menos hora y media hasta mi casa. Me levanto, se piensa que es para bailar, vuelve a ofrecérmelo, abrazándome. No gracias, la doy dos besos y me piro. La hora y media se convierten en tres, pero al final llego a mi casa y me voy a dormir.

El sábado me despierto con resaca y el rabo para partir nueces. Me hago un pajote, me vengo al ordenador, paso un rato en el foro, me voy al facebook. A la hora del primer cigarro del día, me bajo, un poco mosqueado. Al parecer el Carnaval de Colonia, reconocido por su reputación de libertinaje y fornicio, no es para tanto; hasta que empiezo a repasar los hechos del día anterior. La armenia hizo tal, hizo pascual... hostia, a ver si iba a querer tema. Si, evidentemente lo quería. Pero no me di cuenta en toda la noche, no me dí cuenta de absolutamente nada hasta un montón de horas después, que me levanté a fumar y a pensar en mis cosas.

En ese momento repaso mi vida. Cosas parecidas me han ocurrido bastantes mas veces; estoy pensando en otras cosas, a lo mio, y no me doy cuenta de que alguien quiere tema conmigo. En consecuencia, no veo ni señales ni hostias. En consecuencia, no hago nada, me quedo hablando o mirando al tendido, o tocándome las pelotas a lo mío, inconsciente de ser interesante para alguien. Luego, al cabo de unos días, me lo dicen, o me doy cuenta yo repasando los acontecimientos del día. Se da la circunstancia de que un rato antes había tomado por señales lo que no lo eran, en este caso de una colombiana; bueno, me dijo qu ele gustaba, pero a la hora de comerle la boca, me volvió la cara; el tema es que igual que no supe leer en el momento el si de la armenia, tampoco supe leer el no de la colombiana. Soy ciego a las señales y al lenguaje corporal.

Bueno, mentes preclaras ¿Alguien mas tiene este problema consistente en ser total y absolutamente incapaz de saber cuando interesas a alguien, y pensarse que hay interés cuando no lo hay? ¿Como solucionar esta extraña ceguera? Ojo, no es que dude de si hay tema, es que ni siquiera me planteo si hay tema o no. Y ya van unas cuantas veces que podría acabar la noche en una cama ajena calentita, con un cuerpo ávido de perforaciones a mi lado, y la termino en mi propia cama pensando "joder, pues que mala suerte, hombre". Tampoco es un tema que me agobie demasiado, pero me ha dado por pensarlo. ¡¡Espero vuestras inteligentes respuestas!!