Hace ya algún tiempo, mientras esperaba en la consulta del dentista, me llamó la atención leer que, tras un estudio llevado a cabo sobre estímulos que provocaban reacciones emocionales de manera espontánea en los bebés, se llegaba a la conclusión de que éstas se reducían a tres, cuales eran el miedo, la ira y el amor.
Esto es, los seres humanos tenemos al parecer una fisiología propicia para sentir miedo, ira y amor, pero todas las demás emociones (envidia, celos, soberbia, etc) serían ajenas a nuestros genes y, por tanto, solamente aprehendidas a posteriori, en función del entorno. De ese mismo modo, si los componentes básicos de la naturaleza humana son en efecto los señalados, miedo, ira y amor, los contrarios (coraje, humildad y odio) nos serían, en principio, del todo impropios, siendo así que su adquisición con el tiempo en cada caso concreto, de producirse, iría en contra de lo estipulado en nuestro mapa genético.
No deja de ser curioso, ¿verdad?