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A mediados del año 2008, una noche de Junio, recibì la llamada de una mujer que se la notaba muy nerviosa y desesperada. Me pidiò por favor que la atendiera a primera hora del dìa siguiente y mencionò el nombre de otro de mis pacientes a quien atendì en otras oportunidades. Asi fue como conocì a Susana T. Llegò muy puntual a la cita de las 9 hs de la mañana. Lucìa mal, tenìa los ojos inchados de tanto haber llorado. En sus manos sostenìa un pañuelo que cada tanto retorcìa y volvìa a doblar. Le ofrecì un vaso de agua y luego de beber comenzò a relatarme su triste y desgarrador caso.
Llevava 12 años de casada. Vivìa tranquila y felizmente en la ciudad de Còrdoba junto a su esposo Ricardo y sus dos 2 hijos, un muchacho de 9 y una niña de 7 años. Una tarde, Clara, hemana menor de Susana, llegò de visita y entre tantas cosas de las que hablaron, Clara comentò su mal momento por el que estaba atravezando. Sin trabajo y sin posibilidad de ganarse la vida, ademàs de tener que dejar su departamento, por no poder pagar la renta. Todo esto sumado a algunas làgrimas que dejò correr, hicieron que que Susana se conmoviera y le prometiera que la ayudarìa a salir del problema. Esa misma noche hablò con su esposo para que pudiera ofrecerle el cuarto pequeño del fondo que estaba sin uso y solo contenìa los juguetes y cosas de los niños. Ella le prometiò a Ricardo que sòlo serìa por un corto tiempo, hasta que su hermana pudiera acomodar su situaciòn. Èl no opuso resistencia, pero tampoco se alegrò demasiado.
Asi las cosas, Clara se mudò a la casa de su hermana. Pasò un mes, dos meses, tre meses, seis meses y Clara seguìa viviendo allì, en casa de su hermana. Susana, salìa cada mañana a cumplìr con su tarea de profesora en la universidad. Luego de 9 meses, comprendiò que su hermana no tenìa intenciones de buscar empleo para mudarse y hacer su propia vida, si no que ya comenzaba a hacer planes para quedarse a vivir. Opinaba y participaba en temas familiares, acostaba por las noches a los niños, hacìa la comida (preferentemente las que le gustaban a Ricardo), y hasta lavava y planchaba sus camisas. Una noche, en el patio trasero de la casa y mientras àmbas se columpiaban en las hamacas de los niños, Susana aprechò el momento y le pidiò a su hermana que no interviniera en las cuestiones de su familia, a lo que Clara con sutileza y muy naturalmente, le respondiò que no era esa su intenciòn si no que sòlo querìa ayudarla con las tareas de la casa, pero Susana insistiò en que preferìa hacerlas ella misma.
Una mañana, Susana se sintiò algo descompuesta mientras daba clases en la universidad. Solicitò permiso en la direcciòn para retirarse a su casa, lo cual le fue concedido. Llovìa torrencialmente. Al llegar le sorprendiò que a media mañana, el auto de su esposo aun estuviera estacionado en la puerta del garage. Bajò del taxi. No pudo abrir la puerta del frente y rodeò la casa para intentar entrar por la puerta trasera. Pudo ingresar. Caminò por el pasillo y cuando llegò a la puerta de su dormitorio, no podìa creer lo que viò. Su esposo Ricardo y su hermana Clara, hacìan el amor despreocupadamente, aprovechando la ausencia de Susana en su trabajo y la de los niños en la escuela. De màs està decir que esto causò la ruptura total de toda una familia y que hubo solicitud de divorcio y diviciòn de bienes materiales y ganaciales. Pero el daño ya estaba hecho. La familia se disolviò completamente. La miserìa humana, otra vez se hacìa presente. Me llevò 20 sesiones poder hacerle entender a Susana que la vida continùa y que no todos los hombres no actùan igual. Una o dos veces al año sule llamarme para contarme de su crecimiento y evoluciòn como madre, como mujer y por lo que sè, parece que pronto lo harà como esposa, porque ha conocido a un hombre bueno y piensa casarse con èl. "LOS ENEMIGOS SUELEN ESTAR DENTRO DEL PROPIO CÌRCULO FAMILIAR Y NO FUERA DE EL" (Barnicof). Les dejo mis saludos y que Dios los bendiga todos.
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Modo Hilado