Este trabajo no es como ser albañil o cualquier tipo de empleo de clase obrera. Un trabajador del sector obrero tiene libertad para emparejarse con la mujer que desee, sin más límites que los que la mujer le ponga. Es decir, o la consigue o no la consigue, pero libertad total para pretender sí que tiene. Puede declararse a una cliente sí así lo desea.
Sin embargo, en los gremios corporativistas, caso de juristas, médicos, psicólogos, profesores, etc, la cosa cambia por completo. Como bien indican, por su código ético corporativista, tienen que guardar la distancia con sus clientes femeninas, por muy guapas que les parezcan, se tienen que aguantar. Bueno, sí que pueden declararse, pero automáticamente comprometiéndose a dejar de ser el profesional que les atienda. Los empleos de sectores corporativistas tienen mucha más responsabilidad y demanda social que los sectores obreros y ese es el inconveniente que tienen. Son trabajos mucho más cómodos que ser picapedrero, obviamente, y ganan bastante más dinero, pero sus pasos están mucho más vigilados, se les obliga socialmente a tener un comportamiento ético y ejemplar de cara a la sociedad que a los albañiles o carpinteros no se les exige. Yo que ejercí la docencia hace años puedo testificarlo en primera persona; ahora estoy en un gremio obrero y no hay color. No gano tanto dinero ni tengo tantas vacaciones, pero tengo mucha más libertad de ser yo mismo, sin más limitaciones que las que me pongan mis jefes. En la docencia no sólo me controlaban los jefes, sino la sociedad en general.
Puedo comprender que esto te siente mal, pero te aseguro que darle la espalda es lo mejor que puedes hacer, si no quieres crearle mala fama entre sus colegas de profesión y en su gremio en general. Y desde luego él tiene también que poner de su parte, porque parece que se le van los ojos detrás de cualquier mujer cliente o paciente que esté de buen ver.
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