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En colación con el hilo donde su autora preguntaba qué haríamos si nos encontrásemos en el camino con algún o alguna ex, me detengo a pensar en las impresiones que pueden suceder al hecho de reencontrarse muchos años después con amores lejanos en el tiempo.
Pero lo cierto es que generalmente la decepción tiende a acompañar a tales encuentros, de tal forma que aquella por la que uno habría vendido hasta su alma, a la que habría entregado su corazón envuelto en claros de luna, por la que habría lamido la tierra pisada por sus pies, resulta que se encuentra convertida en una física piltrafa, deslucida la mirada, flácidas las carnes de mamífero fócido, marchita la piel…, y entonces, disimulando a duras penas el desencanto, se cuentan ambos a grandes rasgos las miserias y alegrías vividas a lo largo de todos esos años, familia, trabajo, viajes, para luego despedirse con el resabio amargo de la desilusión.
Todo esto da que pensar en las vueltas que da la vida, en todo aquello que pudo haber sido y no fue, en que, como decía una canción del Canto del Loco, ya nada volverá a ser como antes.
Y es que la memoria tiende a conservar los recuerdos en cajitas de nácar en cuyo interior el tiempo se detiene, a salvo de esa realidad sañuda que cuando se presenta de golpe y porrazo los desbarata para convertirlos en tristes ruinas.
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Modo Hilado