lo que siento

anonimo

No sé ni por donde empezar…
Antes de todo pido una disculpa por mi nerviosismo y porque realmente esto no debería escribirse, sino que debe comunicarse personalmente (lo siento). Posiblemente me salga un texto desligado y sin cohesión, pues son tantas las sensaciones que tengo.
No es una cosa provocada ni buscada; es totalmente espontánea. Es como si tuviera algo dormido en mi interior que se despertó al conocerte. No te rías en este momento, pues es totalmente cierto. Esto me provoca una sensación que yo describiría como indescriptible, no obstante voy a intentarla expresar en estas líneas.
Tampoco pretendo hacer de este texto una declaración sino más bien, informar de mis sentimientos.
El momento en que estuvimos hablando por primera vez, va a ser inolvidable para mí, algo que nunca podré llegar a describir. Me sentía el más feliz del mundo, como si todo girara en torno a donde estábamos nosotros. Me hubiera gustado que el reloj se parase en aquel mismo instante y permanecer allí durante el resto de mi vida. Aun así, cuando me fui a casa (pensando en ti, por supuesto) creía que era la persona más afortunada que pueda existir, que no me faltaba de nada, ya no podía pedir más.
¿Crees en la química? Yo, al menos, desde que te conocí. Me he estado informando sobre la química entre dos personas, y por lo poco que he podido aprender y mi experiencia en estos últimos días, llego a la conclusión de que científicamente es totalmente cierto, aunque no de forma mutua. En mi caso en concreto, estoy totalmente seguro que al conocernos, estimulaste alguna parte de mi cerebro encargada de segregar ciertas sustancias, pues no es normal que de repente pierda el apetito (con lo que comía yo antes). Solo como porque se que es preciso, pero nunca tengo hambre. No me puedo concentrar en nada en concreto, pues siempre me vienes tú (y todo lo que siento por ti) a mi cabeza. Por las noches no llego a conciliar un sueño profundo, me despierto a mitad noche (en ocasiones hasta varias veces) pensando en ti. Por la mañana al levantarme, no hace falta que te diga que es lo primero que me viene a la cabeza… Durante el noventa y nueve por ciento de cada día (desde que te conocí) mis pensamientos giran en torno a ti.
Con esto no pretendo conquistarte como hacen la mayoría de los hombres para poder acostarse con una chica. Yo en eso, es lo último en lo que pienso. Si hace falta esperar diez años para besarte, serán, con total seguridad, los diez años más maravillosos de mi vida. Por ahora solo se me ocurre y me dan ganas de pasear contigo cogidos de la mano. Pasear por los parques, por el campo, por la playa durante el atardecer, contemplar un amanecer estando sentado junto a ti a la orilla del mar, y muchas otras imágenes que me vienen a la cabeza y que me es difícil expresar. Tengo ganas de estar abrazado a ti toda la vida, dormirme a tu lado y al despertar ser lo primero que vea cada día. Quiero mirarte a la cara, a los ojos, y pasarme horas y horas así. Saber que si me pasara algo, por lo menos hasta el último momento he estado contigo.
Siento si soy redundante en algún punto, pero es que mis sentimientos son tan confusos y entremezclados. Por eso quiero que sepas que no me importa tu aspecto, tu apariencia, pues estoy enamorado de ti. Con esto me basta para saber que siempre te querré, seas como seas. De hecho, y aunque me da mucha vergüenza reconocerlo, a los dos días de conocernos no tenía una imagen clara de tu aspecto (pues había mucha gente y poca luz cuando nos conocimos), solo sabía que me había enamorado locamente de una chica que me parecía preciosa; como cuando contemplas el cielo en una noche despejada de verano y ves inconfundiblemente como Júpiter es la estrella más grande y que más brilla de todo el firmamento, pues así te recuerdo yo a ti, como por encima de todas las chicas existentes y por existir. No puedo fijarme en otra, por muy guapa, atractiva, o lista que sea; te conozco a ti, no puedo pedir más.
Una cosa es que te guste una persona e intentes persuadirla de que estáis hechos el uno para el otro y demás. Pero otra cosa muy (¡¡pero que muy!!) distinta es enamorarse de una persona. Cuando te gusta alguien eres tú quien eliges, cuando te enamoras de alguien, es el amor quien te elige a ti (para bien o para mal). Y no vas a poder decir que no tan fácilmente, porque no se te va de la cabeza por más que lo intentes: NO PUEDO DEJAR DE PENSAR EN TI JULIETA (lo siento). Es más, cuando pienso en ti (a todas horas) sufro una barbaridad (no te imaginas como), sabiendo lo distantes que realmente estamos, y aún así (ignorante de mí), intento hacer cosas que me recuerden a ti. Es como una adicción: sé que sufro, pero no puedo dejar de sufrir. Como dicen unos amigos míos, el amor es una química que degrada nuestro cuerpo, pero que felices somos cuando estamos enamorados. Esto mismo me pasa a mí.
Por último quiero que sepas que pase lo que pase y estés donde estés te recordaré como a la persona que más he querido (y quiero). Cuando digo esto, me refiero hasta incluso dentro de veinte, treinta, o más años; por lo menos hasta el último día que sea consciente y tenga razón. Esto te lo prometo ahora mismo que siempre será así.
Creo que debo acabar aquí este breve repaso de mis sentimientos, porque empiezo a ser demasiado pesado y no pretendo aburrirte (todo lo contrario). Vuelvo a pedir disculpas por no ligar suficientemente el texto, pues he tenido que parar de escribir en algunas ocasiones por la emoción y secarme las lágrimas. Hasta siempre.

Como sé que más de la mitad de estos párrafos solo son ilusiones de un soñador inconsciente, quiero que sepas que te deseo que seas la persona más feliz del universo, incluso mucho más que yo mismo.

De todo corazón, Romeo.

PD: con Romeo y Julieta evito mostrar la verdadera identidad