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Siempre me llamaron mucho la atención esas imágenes que incorporan dentro una repetición de sí mismas. Imaginaos, por ejemplo, la foto de una mujer que sostiene entre sus manos un libro en cuya portada está esa misma mujer sosteniendo el mismo libro, y en este último de nuevo la mujer con el libro sostenido entre sus manos…, en una sucesión que llegaría hasta lo infinitesimal. Es algo que tiende a provocarme una curiosa sensación de vértigo, o de abismo si se prefiere.
Quizá la vida sea también algo así, una repetición constante de hechos y situaciones contenidos los unos dentro de los otros, de tal modo que en el fondo no hagamos sino hacer y deshacer las mismas cosas una y otra vez, los mismos errores, los mismos sueños, los mismos pasos…, sin apenas variantes dignas de tener en cuenta. Tal vez cambien los escenarios, quizá un beso sepa mejor en París, o unos spaguetti se saboreen en Roma con mayor delectación, o en un momento dado se introduzcan elementos que proporcionen una engañosa apariencia de novedad que nos induzca a creer que estamos de verdad componiendo algo nuevo…, pero tal vez, y digo sólo tal vez, todo eso no sean sino espejismos para no apreciar con total nitidez la eterna repetición en que estamos sumidos.
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Modo Hilado