Las idealizaciones conducen al fracaso y la decepción, porque representan eso, cargar a las personas que entran por el ojo de elogios y virtudes que la mayoría de las veces no se corresponden con la realidad.
A muchos les gustaría que esa "tía buena" de ojos azules, rostro de ángel y medidas espectaculares tuviera una humanidad con mayúsculas; como a muchas les gustaría que ese ciclado chulo de gimnasio de 1,90 de estatura estuviera lleno de virtudes humanas. Pero la realidad ha de aceptarse como es y lo más corriente es que, la gente con físico de primera, aunque suene a estereotipo, no tengan tantas virtudes. Dejemos las idealizaciones para los adolescentes.
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