Dejas de sentir, cuando estás muerto/a.
Al vivir y respirar, la fibra de cada uno de tus nervios sigue teniendo sensibilidad.
Las decepciones nos impactan en mayor o menor medida.
Según la magnitud de esa historia y la repercusión que ha tenido esa persona, en nuestra vida y en nuestra persona.
Nos agotan física, emocional y psicológicamente.
Habrá un punto en el que digas "basta" a rabiar.
En el punto en que necesites descansar y desconectar porque no quedan fuerzas ni energías.
Es superior a ti y te lo demandan e imponen tu mente, tu corazón y tu cuerpo.
Por lo que pueden existir temporadas en las que te encuentres en "modo hibernación".
Pero no es que dejes de sentir sino que estás recuperándote, descansando.
Recargando las pilas, vaya.
Y mientras sigas levantándote, después de cada caída.
Mientras sigas sanando, cada rozadura y herida producida.
El límite de ese cupo por el que preguntas, seguirá alejándose o extendiéndose.
La cuestión seguir luchando, si quieres o deseas encontrarlo.
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