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El pasado día 8 de marzo, con ocasión de la celebración del llamado “Día de la Mujer”, el club de fútbol Sporting de Gijón decidió brindar precisamente un homenaje a las mujeres a través de un anuncio en el que podía verse a una chica borrando las líneas del terreno de juego para acto seguido pintar sobre lo borrado unas nuevas líneas con una marcada simbología femenina.
Hasta ahí todo bien. Podía pensarse que un gesto bonito que enaltece a quien lo hace, en este caso al Sporting de Gijón…. Pues no, resulta que se levantó la polémica entre cierto sector del feminismo más radical. ¿El motivo? Pues simplemente que durante la primera parte del vídeo, la muchacha borraba las líneas del estadio y, según dicho sector, ese es un acto denigrante hacia la mujer.
Yo desde luego no lo entiendo. Me considero feminista en cuanto a que entiendo que debe existir plena igualdad de derechos entre hombres y mujeres. Ahora bien, cuando el feminismo se hace tóxico y saca las cosas de quicio o, como suele decirse, se la coge con papel de fumar, entonces me llevan los demonios.
Según quienes han censurado el vídeo, la segunda parte del mismo (el pintado de las nuevas líneas con el símbolo de la mujer) resulta muy edificante. Pero, en cambio, la primera parte (el borrado de las líneas previas) resulta degradante. ¿Y eso por qué?, me pregunto, ya que francamente no lo entiendo, no entiendo por que repintar las líneas se considera algo plausible y, en cambio, borrar las que existían previamente se considera degradante.
No sé, es como si se pretendiera dar a entender que la de la limpieza ha de ser una profesión denostada y nada edificante, cuando lo cierto es que se trata de una profesión tan digna y honrada como cualquier otra, merecedora como tal de todos los respetos. Ya veríamos cómo estarían muchas oficinas, edificios, portales, etcétera, si no existiesen mujeres y hombres dedicados a las tareas de limpieza.
En suma, que arriba el feminismo, pero no el feminismo tóxico.
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